viernes, 1 de febrero de 2013

NAZISMO E INQUISICIÓN

O cómo el libro “Malleus Maleficarum” comparte el mismo estante de la Biblioteca con “Mein Kamp" La hispanista y antropóloga belga Christiane Stallaert intenta explicar en un artículo de Antropología, por qué Santiago “matamoros” es un ícono de la España del siglo XV, y cómo se relaciona con el emblema de la “Thule Gesellschaft” de 1919 ("Asociación Alemana de Estudios del Pasado") y sombrío anticipo del régimen nazi. Stallaert procura establecer correspondencias entre los métodos y razones de la Inquisición española y los del estado nacionalsocialista. El momento es oportuno, porque algunos partidos de derecha europeos plantean en estos días las desventajas del “multiculturalismo”, a partir del fracaso de sus políticas “asimilacionistas”. En medio de estos discursos, aparece en Noruega el autor del doble atentado en Oslo, Anders Behring Breivik, que osó exhibir en su uniforme militar la calavera de la SS, traspasada por la Espada de Santiago, símbolo de los Templarios. Sobre este fondo, que nos remite a hechos de la actualidad, Stallaert reconoce que los métodos aplicados por los inquisidores españoles y los nazis, en pos de lograr una población homogénea y obediente fueron algo diferentes, aunque en el fondo no tanto. Dice: “Si la crueldad alemana se distingue por su fulminante intensidad, el caso español se caracteriza por su tenacidad y longevidad”. Hay otra diferencia: La política hispana fue inicialmente “asimilacionista” y empujó a las conversiones masivas al cristianismo, pero luego se volcó al “etnicismo”, a “la pureza de sangre”, y a las expulsiones compulsivas de judíos y moros. En cambio la estrategia nazi fue segregacionista desde un comienzo. Hay dos imágenes de Santiago “matamoros”, patrono de España, que explican el cambio hacia un discurso “etnicista”. La primera muestra al santo con su bastón de peregrino, o del “buen pastor”, y es la metáfora de una comunidad cristiana constituida como “casta”. Sólo las ovejas blancas que siguen al pastor son puras. En esa impronta convivieron las tres comunidades durante ocho siglos: cristianos, moros y judíos, en la Península Ibérica. Pero lo importante está en la segunda e inquietante imagen: El santo, Santiago “matamoros”, ahora monta un corcel blanco, y lleva su espada (así se ilustraba un popular libro de lectura escolar en el período franquista). Resumiendo: A partir de 1381, los cristianos exigen conversiones masivas para permanecer en el territorio, luego, en 1492 llega la expulsión de los judíos, y en 1609, la expulsión de los moriscos que vivían pacíficamente en la península (los ejércitos moros ya habían sido derrotados, y España reinaba soberana en su territorio). El tribunal de la Inquisición es la herramienta de poder y control que conduce a la construcción de una identidad única y lo hace en torno a la ley cristiana (religiosa, no laica ) igual que lo hizo la Alemania nazi a través del concepto de “Gleichschaltung” (la mejor traducción sería “unificación de la sociedad”). También el Santo Oficio operó para lograr la homogeneización de las costumbres, de los comportamientos, y sobre todo del “pensamiento”. A eso se sumaron, en el Siglo de Oro, los estatutos de limpieza de sangre: Si no demostrabas que eras español puro, no tenías cargos públicos, no entrabas a la vida religiosa, y ni siquiera podías viajar a América. Esta base condujo más tarde a dos visiones de España, la “casticista”, y la “liberal”. Es a lo que se refería Antonio Machado cuando dijo: “una de las dos España ha de helarte el corazón”. Se tocan en la Historia aquella España, la del emblema de la Inquisición, y aquella Alemania, la de la cruz gamada en el escudo de la Thule Gesellschaft, la escrupulosidad de las deportaciones y la confluencia de las metodologías. Como esa España de Franco, que presentaba a los judíos como la “luz a través del cristal” (podían pasar por el territorio, pero no permanecer). Y todo aquello se actualiza en Oslo, de la mano de un nostálgico de la “Espada de Santiago”, que pretende mantener viva la violencia de la Inquisición y la del nazismo más aberrante...